martes, 28 de junio de 2011

El pelón y la Venus

Ayer estaba hablando de esas cosas que te dan pena. Todos hemos tenido en algún momento de nuestra vida alguna primera experiencia causante de nervio. Una de las mías era ir a una sex shop. Desde hacía tiempo tenía la inquietud de ir a una. Tenía 22 años. Lo llegué a platicar con algunas amigas sólo como tema de conversación pero alzaban el grito en el cielo, "que verguenza" "ay, no" y cosas por el estilo. Ya sabía que no eran de las mías así que decidí hacerlo sola, total. En mis recorridos callejeros comencé a poner atención en dónde quedaban algunas de la zona centro. Unas se veían muy chafas. Por ejemplo había una que quedaba en las calles del centro justo en frente de una parada de camión. Se llamaba "El Pelón Novedades". Por fuera estaba bien fea y todos los que esperaban el camión la veían preguntándose lo mismo que yo, ¿Cómo estará por dentro? Cuando digo a todos me refiero a hombres, porque eran los únicos que volteaban hacía el frente por mucho tiempo (como yo), las mujeres pasaban sin ni siquiera notarla.  

El Pelón no sería mi primera sex así que opté mejor por ir a la "Venus" que era (y sigue siendo) la más famosa, muy discreta, muy nena por fuera, y bastante bien surtida por dentro. Fuí a la sucursal del centro que está en una zona donde, según yo, jamás me toparía a alguien que me conociera, ellas no caminan por esos rumbos. Bien ridícula, como si fuera una misión, me lleve lente oscuro. Ya sabía por lo que iba. Un dildo. El primero de toda mi vida. La estudie por fuera. Eran al rededor de las 2:00 pm, una hora estratégica y poco favorable para que alguien me viera entrar (bien pudorosa yo, recordemos que era la primera vez).  Por fin entré. Toda nerviosa, el aire del clima me dio en la cara. Traté de disimular como si ya hubiera estado ahí, pero es imposible, los de ahí se han de divertir con los primerizos y nuestras caras. Era una chica dark en la caja, platicando con un tipo de unos 2 metros, metalero. 

Caminé muy quitada de la pena -toda fingida- viendo las portadas de las películas  porno gays, aguantando la risa (son suuuuuper divertidas) mientras avanzaba poco a poco hacia mi meta, el área de los dildos. Había desde el dildo coqueto el tipo labial hasta la vergona tipo macana toda venosa :p En el inter entraban y salían oficinistas en "su hora de comida" y pedían ficha para ir a las máquinas de video del segundo piso. Pasados los veinte minutos yo ya estaba feliz, viendo dildos, dildos, y más dildos. Nadie me pelaba. De vez en cuando me echaban el ojo para que no fuera a robar pero me la estaba pasando muy bien con todo. Sí me sentía un poco nerviosa, porque ver vergas y pechos por TODOS lados sorprende pero ya después te relajas un poco. ¡Hay cada cosa! Cuando me llegó la hora de pagar. Me volvió el nervio porque era mi primer dildo y no sabía qué seguía. Yo quería que me cobrara un hombre se me hacía más cómodo pero no, me tocó la chica dark que me miró entre divertida y con ternura. Me dijo el precio y luego:
- ¿Te lo pruebo?
Yo me quedé O_O toda en shock sin saber qué decir. 
Ella lo noto y con risa me dijo:
- O sea ponerle pilas, para que veas que vibra. 
(¡! fiuf)
- Ah, no, no, así está bien. 

Le dije toda nerviosa, acomodándome los lentes de sol, con ganas de agarrar mi dildo y correr. Salí de ahí llena de verguenza y con mi dildo bien feliz. Después me dio un ataque de risa, sobre todo cuando lo probé a solas. Pocas veces cuento esta anécdota porque hasta la fecha no he encontrado alguna amiga que me confiese que también ha ido a la Venus.  A donde por supuesto he regresado, sola, y algunas veces más por diversión que por deseo.¿Me creerán si les digo que muero por ir a una sex hop de los Ángeles, California, o sea uff!?